El Plastico: ¿Nuestro amigo o enemigo?

No es ninguna sorpresa que el plástico está por todos lados. Lo encontramos en las botellas de agua, bolsas de supermercado, envases de comida rápida, cepillos de dientes… hasta en la ropa. Suena loco, pero, aunque parece que no podríamos vivir sin él, la realidad es que ya estamos pagando las consecuencias de su uso desmedido.

¿Qué onda con los plásticos?

Primero, hay que entender de dónde viene. El plástico está hecho de petróleo (sí, ese mismo que usamos para la gasolina) y otros químicos. Si te pones a pensarlo, el plástico está en prácticamente todo lo que usamos a diario. Desde las botellas de agua hasta los empaques de la comida que compramos, el plástico nos rodea. Y claro, es súper conveniente: ligero, barato, fácil de producir… ¡ideal! Pero el gran detalle, el que siempre olvidamos, es que el plástico no desaparece. Así como suena: no es biodegradable y puede tardar cientos de años en descomponerse. Una botella de plástico, por ejemplo, puede tardar entre 450 y 1000 años en descomponerse. O sea, una vez que lo tiramos, el plástico se queda ahí… para siempre, básicamente.

Muchas botellas de agua hechas de plástico.
Imagen: https://images.app.goo.gl/

Imagínate esto: cada minuto, el equivalente a un camión lleno de plásticos se vierte en los océanos. Sí, cada minuto. Lo que termina pasando es que el plástico que usamos y tiramos se queda en algún lugar del planeta. Ya sea en un vertedero, en el mar o peor aún, flotando como microplásticos, esos pedacitos tan pequeños que ya se están metiendo en la cadena alimentaria. Para ser claros: podemos estar comiendo y bebiendo plástico sin darnos cuenta. Nada bonito, ¿verdad?

Contaminación del agua por plásticos.
Imagen: https://images.app.goo.gl/

«Bueno, pero yo reciclo«, dirás. Y está bien, reciclar ayuda, pero ojo, que solo una pequeña parte del plástico realmente se recicla. Y no es porque no queramos, sino porque muchos plásticos no son reciclables o el proceso es muy complicado y caro.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Aquí viene la parte interesante: no se trata de eliminar el plástico de golpe (aunque suena bien, es poco realista), pues el truco está en usar menos plástico. Parece sencillo, pero imagínate si todos empezáramos a llevar nuestras bolsas reutilizables al súper, a usar botellas de agua que no sean de plástico, o a elegir productos con menos empaques. Pequeños cambios que, al final, suman un montón. Y no solo nosotros: también es importante que las empresas y los gobiernos le entren, porque ellos son los que tienen el poder de hacer cambios grandes y rápidos.

Imagen que busca hacer conciencia de qué hacer para no usar tanto los plásticos.
Imagen: https://images.app.goo.gl/

En resumen, el plástico ha sido un gran aliado de la modernidad, pero ahora es momento de repensar nuestra relación con él. No podemos seguir llenando el planeta con basura que no desaparece. Si cada uno de nosotros se pone las pilas y cambia aunque sea un poquito sus hábitos, podemos empezar a deshacernos de este problema que, aunque grande, no es imposible de resolver. Al final, la clave está en cambiar hábitos, dejar de ver al plástico como algo desechable y empezar a ser más conscientes de su impacto.

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